lunes, 16 de mayo de 2016

EN PRO DE LA MENOPAUSIA: LA VIDA BAJO UN MICROSCOPIO



Lo que rara vez se reconoce o comprende es que los cambios inducidos por las hormonas dan a la mujer una visión más clara de si misma, de sus deseos y necesidades y una voz que insiste en hablar de ello. Es decir, le dan una especie de sabiduría y el valor para expresarla.

Cuando empieza a levantarse el velo ofuscador de la visión generado por las hormonas de la reproducción, suelen volverse a encender el fuego y el espíritu juveniles de la mujer, junto con los deseos e impulsos creativos sublimados durante mucho tiempo. La edad madura alimenta esos impulsos con una energía  volcánica que exige una salida (sofocos).

Antes de la edad madura, es característico que las energías de la mujer estén centradas en el cuidado de otras personas. Nos animan a hacer esto, en parte, las hormonas que controlan nuestro ciclo menstrual, las que nos alientan el instinto de nutrir y el amor por la cohesión y la armonía en el mundo. 
Pero cada mes, durante uno o dos días, antes o durante la regla, se produce un intervalo hormonal, en que se adelgaza el velo que separa el yo consciente del yo inconsciente, y entonces nos habla la voz del alma, recordándonos sutilmente nuestros deseos y necesidades.

El medio hormonal que sólo estaba presente unos pocos días cada mes durante la mayor parte de los años reproductivos, destinados a inducirnos a reexaminar la vida un poquito cada vez, en la edad madura se queda en esa posición durante semanas o meses seguidos. Pasamos de una corriente de sabiduría alterna a una continua, que sigue activada después que acaba la menopausia. 

Durante la perimenopausia, nuestro cerebro hace el cambio de una manera de ser a la otra.
El cerebro empieza a cambiar realmente en la perimenopausia. Así como se nos acalora el cuerpo, con los sofocos, también se nos enciende el cerebro. Los cambios hormonales que son típicos durante la transición menopáusica conectan un interruptor que señala cambios en los lóbulos temporales, la zona del cerebro relacionada con una mayor intuición.

Las diferencias en los niveles relativos de estrógeno y progesterona afectan a los lóbulos temporales y la zona límbica, y es posible que nos sintamos irritables, nerviosas e inestables emocionalmente. Nuestra cultura ve estos cambios de humor como consecuencia de las “hormonas furiosas” que no tienen nada que ver con nuestra vida.

Pero hay pruebas sólidas de que detrás de muchos de los cambios hormonales hay repetidos episodios de estrés (debido, por ejemplo, a sentimientos de ira o impotencia ante problemas en las relaciones, los hijos o la situación laboral).
Esto significa que si no cambia la situación en la vida de la mujer, ya sea en el trabajo, con los hijos, el marido, los padres o lo que sea, el estrés emocional no resuelto puede exacerbar el desequilibrio hormonal perimenopáusico. Es probable que se convierta en un periodo de enorme alboroto emocional.
Externa- y internamente este periodo es un reflejo de la adolescencia, época en la que nuestro cuerpo y cerebro también pasaron por importantes cambios hormonales que dieron la energía necesaria para afirmar nuestra individualidad, independiente de nuestra familia, y ser las personas que estábamos destinadas a ser. En la menopausia, reanudamos el proceso desde donde lo dejamos en la adolescencia; es el momento de acabar la tarea.

No debería sorprender, entonces, que los estudios de investigación documenten que aquellas mujeres que experimentan síntomas desagradables, e incluso graves, del síndrome premenstrual suelen ser las mismas que después tienen una perimenopausia tumultuosa, con síntomas físicos y emocionales difíciles.

Cuando una mujer hace la transición a la segunda mitad de su vida, se encuentra en una lucha, no sólo con su aversión al conflicto y al enfrentamiento, sino también con la visión cultural de cómo “deben” ser las mujeres. La sabiduría interior de su cuerpo tiene su última y mejor oportunidad de romper las barreras erigidas por la cultura e ilumina los aspectos de la vida que necesita trabajar. Para esto la mujer ha de conectar con la sabiduría de su cuerpo a mitad de camino.

Las emociones, pensamientos, deseos y sueños son nuestro sistema de orientación interior: nos hacen saber si estamos viviendo en un ambiente de salud bioquímica o en uno de malestar bioquímico. Nuestros pensamientos y emociones influyen en todas y cada una de las hormonas y células de nuestro cuerpo y saber controlarlos de una manera que favorezcan nuestra salud nos da acceso al secreto más potente y saludable que existe.

Los alimentos naturales, los suplementos, las hierbas medicinales, la meditación, la acupuntura etc. son todos potentes instrumentos para fortalecer y proteger la salud.

Fuente: La sabiduría de la menopausia / Dra. Christiane Northrup

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